lunes, 14 de noviembre de 2011

AGUILA ROJA

              


Hoy otro capitulo de esta gran serie, a ver si se van aclarando  algunas cosas porque como todas las series empiezan a enrollarse un poco.

Águila roja es una serie de televisión de aventuras, ambientada en el Siglo de Oro de España (s. XVII).

La serie esta ambientada en España, alrededor del año 1660, durante el reinado de Felipe IV. Éste, según la ficción, había tenido a los dos protagonistas (Gonzalo y Hernán) como hijos de una mujer a la que sedujo , Laura de Montignac . Otra cosa que se representa en la historia es la vida del médico y noble Juan de Calatrava , duque de Velasco y Fonseca , Grande de España . Apenas se había descubierto la rotación de la Tierra y la circulación sanguínea, y la Ciencia ya era admitida por la Iglesia Católica. El lugar de ambientación es la Villa de Madrid. En 1656, la Villa de Madrid contaba con unos 125.000 habitantes, de los cuales los personajes que aparecen son unos de ellos.


CAPITULO DE HOY Nº 43

Un grupo de indígenas, acusados de rebelión, son llevados a la villa para ser ajusticiados ante el Rey. Felipe IV perdona la vida de una joven indígena, fascinado por su belleza, y pide a la Marquesa que la aloje en su palacio. Lucrecia, celosa por las atenciones que recibe la joven del monarca, intentará acabar con ella.


Al mismo tiempo, Laura de Montignac va en busca del Grial. No sabe que corre peligro. El Cardenal Mendoza tiene información sobre el paradero del cáliz y ha mandado al Comisario a por él. Águila Roja y Sátur, también tras la pista del Grial, deberán dejar la investigación ya que Águila sufre un grave accidente. Las dos mujeres de la casa, Margarita y Mariana, se enfrentarán porque ambas querrán cuidar a Gonzalo.









SAN DIEGO DE ALCALA



Fray Diego de Alcalá fue de los que dieron nuevo esplendor a la figura de los humildes y sencillos hermanos legos, que en los orígenes de la orden fueron el gozo y la gloria de san Francisco de Asís.


Nació en San Nicolás del Puerto (Sevilla), el año 1400, en el seno de una familia humilde. Sus padres le llamaron Diego por devoción al apóstol Santiago, patrón de España (Didacus = Iacobus). Por las antiguas hagiografías, mezcla de datos biográficos y sermones morales y panegíricos, sabemos que Diego, desde muy joven, llevó vida eremítica y penitencial junto a la iglesia de su pueblo natal, combinando la oración con la labranza de un huerto y la confección de pequeños utensilios de uso doméstico. De ese modo se ganaba la vida y podía ayudar a los pobres. Bajo la dirección de un viejo ermitaño, hizo progresos en la vida ascética, adquiriendo fama de santidad en toda la comarca.

Tenía 30 años cuando, habiendo oído hablar de la pobreza y austeridad en que vivían los franciscanos de la observancia, ingresó en el convento de la Arrizafa, en la sierra de Córdoba. Siendo analfabeto, profesó como hermano lego y desempeñó oficios humildes, como el de portero y hortelano, en varios lugares de la custodia de Sierra Morena.

En 1441 fue destinado a Canarias, y cinco años después aceptó el cargo de guardián del convento de Fuerteventura. Allí se dedicó a evangelizar a los nativos, defendiéndolos de la rapacidad de los conquistadores españoles. Esto le supuso no pocos inconvenientes, de modo que se vio obligado a regresar a la Península en 1449.

En 1450 viajó a Roma con fray Alfonso de Castro, paga ganar el jubileo y asistir a la canonización de san Bernardino de Siena. Debido a la falta de condiciones higiénicas y a la escasez de recursos, una mortífera epidemia de peste azotó la ciudad ese año, y postró en cama a la mayoría de los frailes del convento de Araceli, donde ambos se hospedaban. Heroico fue el comportamiento de Diego, que se desvivió en cuidados con ellos y con los pobres y enfermos de la ciudad, procurándoles alimentos y aliviando el sufrimiento de muchos al contacto de sus manos untadas de aceite de la lámpara de la Virgen.

De vuelta en España vivió en las casas observantes de Sevilla y la Salceda, antes de llegar a su destino final, el convento de Santa María de Jesús, de Alcalá de Henares. Dicho convento lo acaba de fundar don Alfonso Carrillo, arzobispo de Toledo, quien quiso poblarlo de religiosos que destacaran en santidad y sabiduría, con la finalidad de corregir los errores y costumbres no cristianas introducidas entre los fieles por el trato con los judíos. Fray Diego ejerció primero el oficio de hortelano, en un recinto conocido luego como "huerto de san Diego", hasta que, en razón de su edad, y por parecerles más útil para la edificación del pueblo, los superiores lo colocaron de portero en el convento. Fue aquí donde mejor se manifestaron sus dotes de paciencia, afabilidad, prudencia y caridad, que practicó con todos los bienhechores y necesitados que acudían a la portería. Se cuenta que el guardián de la casa, después de recibir quejas de un religioso acerca de la generosidad de Diego, lo sorprendió con un gran bulto en la falda del hábito, y al interesarse por su contenido, en vez de panes sólo pudo ver flores. Esta escena es la que más se repite en su iconografía. Su espíritu de oración y la sabiduría que el Espíritu infundió en él atraía a los cultos y letrados de la universidad complutense. Su devoción se movía entre dos polos: la Virgen María y Cristo eucaristía.

Fray Diego murió en Alcalá el 12 de noviembre de 1463, abrazando un crucifijo y recitando: "Dulce leño, dulces clavos..." Tenía 63 años. Sus reliquias se veneran en la iglesia catedral de la ciudad. La gran fama de su santidad, y los muchos milagros atribuidos a él antes y después de su muerte, hicieron que la apertura del proceso de canonización no se hiciera esperar. El mayor impulso lo dio el rey Felipe II, en agradecimiento por la curación de su hijo Don Carlos. La protección de San Diego sobre la salud de los reyes españoles se mantuvo hasta época reciente. Fue canonizado por el papa franciscano conventual Sixto V, el 2 de julio de 1588.

Fue un santo muy popular. Santa Teresa lo recuerda como ejemplo de servicio. Muchos conventos, iglesias y capillas, e incluso una ciudad de California, están dedicadas a su nombre. Los más grandes artistas se ocuparon de él. Lope de Vega le dedicó el soneto: "La verde yedra al tronco asida", y el drama "San Diego de Alcalá", para ser representado en Alcalá en las celebraciones del 12 de noviembre de 1613. Zurbarán, Ribera, Murillo, Gregorio Fernández, Alonso Cano y Pedro de Mena son los que nos han dejado sus mejores retratos.

En la iconografía suele estar representado con sayal buriel entallado en el cordel franciscano, y un manojo de llaves en la cintura. También elevado del suelo delante de un Crucifijo, en presencia del ministro general de la orden, o en el milagro del pan convertido en flores.












viernes, 11 de noviembre de 2011

UN BUEN DIA


Ayer fue un buen día, a muchos les puede parecer un dia normal y corriente pero para mi fue un día diferente al resto, pasar el día con personas que te hacen sonreir y pasarlo bien es lo mejor que se puede hacer. Si no me habría quedado en casa pensando en mis problemas y deprimiendo.

Todo fue novedoso desde que sali de casa con intencion de ir hacer la tipica compra mensual con mi madre pero para mi sorpresa una llamada de telefono lo cambio todo y aunque tuve que darme un poco de prisa en volver a reorganizarme al final me dio tiempo y fue un día genial.

Primero fui a buscar a A... a la estación de autobuses para ir a comer al Kentucky junto con M... y G..., ivamos a darle una sorpresa a G... por que él solo había quedado conmigo para regalarme un movil que ya no usa ya que el mio se rompio. Comimos todos juntos entre conversación y risas el tiempo paso deprisa, después de unos cafes fuimos a casa de los abuelos donde pasamos la tarde y para terminar el día un ratito de oración en la Parroquia de San Diego donde desconectar de la vida diaria y dar gracias a Dios por el buen día que tuve.

Luego a casita a cenar ligerito y a ver otro capitulo de "El Barco"

(Espero poder repetir mas a menudo un dia asi)






No puedes pensar que el mundo te da la espalda porque si repasas el día a día siempre ha habido pequeños momentos que se han echo especiales aunque solo fuera por unos segundos del gran flujo de tiempo.


No me digas que no todo lo ves claro porque eso significa que necesitas gafas así que no seas tonto y disfruta... No hagas que los segundos se hagan efímeros porque si quieres puedes hacerlos tan largos como las horas. Solo tienes que parar el tiempo en el momento adecuado.

Cada día siempre tiene algo especial: miles y miles de sonrisas, miradas, abrazos e incluso si eres afortunado besos... Tienes que aprender a separar los momentos y pensar que has echo en cada uno de ellos y si te has equivocado no pasa nada porque eso significa que ese momento no merecía la pena.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

SANTA MARIA DE LA ALMUDENA

HISTORIA


Dice la tradición, -que no la Historia-, que la primitiva Imagen de Santa María la Real de la Almudena,fue traída a España por el Apóstol Santiago, cuando vino a predicar el Evangelio. Dice que la talló San Lucas y la pintó Nicodemus. Es posible. Pero lo que sí es cierto es que en aquel pequeño villorrio visigótico, cuyo nombre ni siquiera ha llegado a nosotros, se veneraba una Imagen, llamada “Santa María de la Vega en su Concepción Admirable”, posiblemente por estar enclavada su pequeña capilla en la ya denominada Cuesta de la Vega.



Al producirse la invasión musulmana, los cristianos que le daban amoroso culto resolvieron esconderla por temor a que fuera profanada. Y así lo hicieron, dándose el caso, conmovedor por el inmenso amor que aún lleno de ignorancia suponía, de que una joven cristiana llamada Maritana encendiera dos velas a su lado, sin pensar ni saber por supuesto que aquellas dos velas necesitarían un oxígeno absolutamente inexistente en el cerrado recinto donde acababan de ocultarla…


Pasaron cerca de 400 años. La piel de España cambiaba sucesivamente de color al avance de una Reconquista que habría de durar ocho siglos. Y en Mayo de 1.085, al pasar el rey Alfonso VI por el pequeño poblado al que ya los moros habían dotado de nombre conocido por nosotros (Magerit), sus pobladores relataron al rey la historia de aquella Virgen escondida a la que, desde su liberación, venían buscando en vano.


Interesó extraordinariamente al monarca el relato de los habitantes de Magerit y, postrándose de rodillas, hizo un voto solemne: “Si conquistamos Toledo, prometo buscar la Imagen de Santa María de la Vega, hasta que consiga encontrarla”. Y aún hizo más. En tanto que aparecía la escondida Imagen, mandó pintar la figura de la Madre de Dios sobre los muros de la antigua mezquita, ya convertida en iglesia cristiana. Dándose el hecho de que el artista se inspiró en los rasgos de la reina Doña Constanza, hija del rey de Francia, por lo que puso en su mano una flor de lis, símbolo heráldico de la casa real francesa. Lo que naturalmente ha otorgado a esa Imagen el nombre de “la Virgen de la Flor de Lis”.


Toledo cayó naturalmente ante el avance imparable de las tropas de Don Alonso el Sexto. Y en el mes de noviembre, el rey regresó a Magerit, dispuesto a cumplir su voto.


Pero Santa María de la Vega seguía sin aparecer. Agotados todos los recursos, Alfonso VI decide recurrir a la palanca suprema: la plegaria. Y organiza una imponente procesión, encabezada por él mismo, en la que figuran todos los estamentos sociales: autoridades eclesiásticas, nobleza, ejército, pueblo… La procesión discurre en torno a la Almudayna, o fortaleza amurallada de Madrid (aquella “que al rey moro alivia el miedo”) y el quieto atardecer se estremece con el rumor de cánticos y rezos.


Al llegar al cubo de la muralla cercano a la Almudayna -o Alcazaba-, precisamente situado en aquel lugar de la Cuesta de la Vega durante tanto tiempo había sido venerada la Imagen desaparecida, unas piedras se derrumban. El sol acaba de ponerse, pero en la oscuridad de la noche se perfila un hueco iluminado: María de la Almudena está ahí. Pero no está sola. El prodigio se ha producido. Prestándole una infinita guardia de siglos, desafiando todas las leyes de la naturaleza y de la física, permanecen a su lado dos velas encendidas, sin consumirse. Acompañándola. Iluminando su encierro. Prestándole calor de amor “Sin ser tres siglos bastantes para mermarles la cera”*. Son las que encendiera Maritana. Las que fueran su primera Corte de Honor.


Era el 9 de Noviembre de 1.085.